Finalmente me tocó mi primera gira con la Orquesta. Nuestro destino: La mítica sala Nezahualcóyotl, en el Centro Cultural Universitario de la Universidad Autónoma de México (UNAM). Esta sala, considerada la segunda más importante en cuestión de escenarios, después del Palacio de Bellas Artes, es por su cuenta, considerada la de mejor acústica.
Con capacidad para 2 660 personas, su distribución permite la visibilidad total del escenario desde cualquiera de sus ángulos. Es residencia de la Filarmónica de la Universidad, la OFUNAM. Una de las consentidas del ilustrado público defeño, y más querida (quizá) que la propia Sinfónica Nacional.
Pisar su territorio es por dónde se le vea, un reto.
Es una sala extrema: Ahí no hay mas que éxitos o fracasos. La claridad de su ambiente sonoro, privilegiado con un sistema de bloqueo de celulares, -que no permite a ningún distraído o prepotente estropear el momento- permite reconocer plenamente la ejecución de los músicos. Quizá por su carácter universitario, quizá por su sistema de selección de eventos, el ambiente de la sala se asemeja a un examen final de titulación. Donde el oído, pero también el corazón serán sinodales morales de lo que ahí suceda.
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