
Lo llevo a encontrarse con el piano con el cual se presentará más tarde, en el escenario del Teatro Nazas, con la Camerata de Coahuila. Ahí está el Yamaha negro listo, aunque le falta el banco. Voy a buscarlo a la bodega y cuando regreso, Guillaume está ya de rodillas ante el teclado, tocando.
Interrumpe brevemente para aceptar el asiento. Y continua, energético, veloz, alegre. Toca con luminosa vivacidad, como niño corriendo en la pradera. Llena en segundo el vacío del enorme recinto dormido. Practicará cuatro horas, como un maratonista haciendo distancia para aclimatarse a la altura y clima de una competencia foránea.
Ahí lo dejo, este joven manos de tijera promete una gran noche, en el Beethoven Fest.

Toca Maravilloso!
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